Quiero compartir con ustedes, a su pedido, una nota publicada en el Urbano Digital, por el amigo Hugo Cravero.
"La llegada de muchos de nuestros antepasados a la Argentina, traía consigo un sueño y una meta. La felicidad iba de la mano del progreso grupal y familiar. Las hambrunas, la miseria, la falta de contenido en la palabra “futuro”, corrían a los jóvenes europeos, que sabían que en América, el destino dejaría de serles esquivo.
De los 26 millones de italianos que desde 1876 a 1976 emigraron por el mundo, 6 millones llegaron a nuestro país, convirtiéndose en la colectividad con mayor descendencia de los argentinos. Se calcula que unos 27 millones de compatriotas hoy tenemos ascendencia itálica.
Desde sus comienzos, y antes también, Granadero Baigorria fue un lugar que cobijó a hombres-niños venidos del viejo mundo. Sabían trabajar y amar la tierra. Conocían de afectos y de ese llanto seco que genera el hambre.
Qué mal peor podría pasarles, cuando ya habían padecido pestes y guerras entre reyes y obispos, por territorios que siempre les fueron hostiles.
En América les esperaban oportunidades, quizás nunca antes recibidas.
Los antecedentes de las primeras radicaciones de italianos antes que Granadero Baigorria fuera Pueblo, fueron las denominadas colonias Nueva España y Nueva Italia, que se constituyeron por acuerdos con los consulados de estos países, en varias regiones de la provincia. Aquí se desarrollaron, desde 1871, en la zona sudeste de la ciudad, aproximadamente en cercanías del barrio de pescadores Remanso Valerio y donde se construye la planta del Acueducto del Gran Rosario. Los asentamientos duraron muy poco tiempo, porque, según datos históricos, la iniciativa no motivó a los interesados. Para 1887, cuando se llevó adelante el primer censo provincial, las colonias ya no existían.
A pesar del fracaso comentado, Rosario atraía a miles de inmigrantes de todas las nacionalidades, pero las procedentes de Italia iban cada vez más sumando habitantes a la región. Un censo realizado en 1858 debelaba que unos 836 vecinos de la Villa del Rosario eran provenientes de la península Itálica. Estos números se elevaron casi 30 años después. El mismo censo de 1887, que daba la triste noticia del fin de las colonias en el sur de Baigorria, también hablaba del crecimiento de la colectividad en Rosario y la zona. Los números eran claros: el 20 % de la población del sur santafesino era italiana.
Esta llegada de inmigrantes marcaría a fuego el país y la región del Gran Rosario. Las formas en las siembras, las costumbres culinarias, la manera de hablar. Todo.
De todas las regiones de la “bota” llegaron, pero los piamonteses fueron los de mayor envergadura, en especial en la zona donde hoy vivimos, además del centro oeste de nuestra provincia y el este de Córdoba. Desde mediados de 1870 a 1915 más de la mitad de los llegados de L’Italia eran de Piamonte, la mayoría de las provincias de Cúneo, Alessandria, Torino y Novara.
Paganini y Orsetti, dos lombardos
Más allá de éste dato, sobre la mayoría piamontesa en la zona y en nuestra localidad, irónicamente dos lombardos fueron los pioneros del pueblo. El primero en cuestión, Lisandro Paganini, fundador de la localidad que habitamos, y que hasta 1950 llevara su nombre como Pueblo Paganini para ser rebautizados luego como Granadero Baigorria, era de una familia acomodada de inmigrantes italianos de la región de Lombardía. Su padre vino a principio del siglo XIX y enseguida supo cómo hacer fortuna en el mundo ganadero. Pero la mala relación con el gobierno del Brigadier Juan Manuel de Rosas hizo que la familia íntegra se mudara a Rosario.
Lisandro nació el 28 de junio de 1837 y de joven se involucró en la vida política del país en formación. En 1861 se recibió de escribano y allí inició su labor en el campo inmobiliario. Al mismo tiempo de comprar las tierras, que formarían el actual territorio baigorriense, Paganini se asoció con otros terratenientes y personajes de alta influencia política, fundando las localidades de Barrancas (1889) y Puerto Gaboto (1891). A su vez escrituró otras ciudades santafesinas, como Fray Luís Beltrán y Casilda, contratado por latifundistas que veían el flujo de europeos deseosos de poblar los fértiles campos argentinos.
El otro fue Juan (Giovanni) Orsetti. A diferencia de Paganini, éste si era italiano. Venía de Lombardía con el sueño intacto. Habría llegado con su mujer, Teresa Filippini, al puerto de Buenos Aires a principio de la década del 80 del siglo XIX y apenas compradas las hectáreas de campo por Lisandro, donde pediría la autorización oficial de la traza del Pueblo, Orsetti fue contratado como el responsable de explotar y sub arrendar las tierras.
No hay un dato concreto que afirme cómo Paganini eligió a Orsetti como el hombre que lo representara en el terruño, pero el historiador local, Raúl Zavattero, maneja una hipótesis muy convincente de la posible relación entre ambos. Lisandro era descendiente directo del genial violinista genovés Niccolò Paganini y se sabe que las familias seguían en contacto a pesar de la distancia. Zavattero manifiesta que “posiblemente entre las misivas llegadas de Europa, habría venido el pedido de recomendación de darle algún trabajo al joven matrimonio lombardo pronto a llegar al país”.
En sí, sin ánimo de equivocarnos, Juan Orsetti fue el primer poblador de Granadero Baigorria. Desde 1884, cuando Paganini compraba las tierras, en adelante Juan fue el hombre más importante del descampado territorio. Su labor era la de sembrar y cosechar la mayor cantidad de frutos y la de sub alquilar parcelas a otros italianos recién llegados.
En lo que hoy son los barrios Costa y Correo, los terrenos de Aguas Santafesinas S.A., la Sociedad Italiana y el Club Botafogo, Giovanni sembró alfalfa para venderlas en Rosario a las empresas de tranway y alimentar a sus caballos. Éste negocio le redituó excelentes ganancias a Orsetti haciéndolo crecer económicamente con rapidez. Ya en 1890 era un acaudalado, pero jamás perdió su visión solidaria con sus conciudadanos. Fue así que construyó, por calle Buenos Aires y Rivadavia, un conventillo para los inmigrantes que llegaban con lo justo a Pueblo Paganini. Los que no podían arrendar tierras para trabajarlas, él le daba algún “cochambo” para ayudarlo como sea. Era la manera de dar a sus pares que, como él, ya amaban esta patria, como la que habían dejado.
Gracias a Orsetti, Baigorria tuvo su primera escuela, la Escuela Elemental Mixta Nº 16, hoy Escuela Nº 127 “Presbítero Manuel Alberti”. En 1888, ya había en el lugar una población considerada con chicos que no asistían a ninguna forma de educación. Juan prestó una casa y contrató a dos maestros, Mario Cutruneo y a su mujer Paulina para que comiencen a darles clases a la “pibada” del paraje rural. Otros campesinos también comenzaron a enviar a sus hijos de los primeros docentes baigorrienses, pagándoles con gallinas, huevos, y alguna que otra hortaliza los servicios. En 1893, el gobierno de la provincia, luego los pedidos insistentes de Orsetti y otros vecinos, autorizó empezar a pagarles un sueldo a los maestros y darle forma a la escuela soñada.
Los Orsetti fueron de gran importancia en los primeros años del Pueblo. Giovanni, el espigado moreno, de bigotes finos, de mirar tierno, de manos fecundas, moría a los 45 años de manera absurda en una fría mañana de invierno en la Estación Paganini, al caer del tren mañanero que venía de Sunchales a Rosario, según datos suministrados por Zavattero. Pero su linaje siguió en el Pueblo. Por eso en nuestra historia primigenia va ver siempre un Orsetti, a tal punto que el primer jefe comunal en 1916, cuando se aprobó la primera Comisión de Fomento por la Legislatura santafesina, fue Indalecio Orsetti, hijo de Juan. Eduardo, otro de sus hijos, también estuvo en la comuna en cargos de relevancia.
Los de Casale Moferrato
De Casale Monferrato, pequeña ciudad de la provincia de Alessandria, región de Piamonte, llegó Costantino Secco, el 26 de Noviembre de 1887, según lo registra el Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (CELAM). No sabemos si antes de llegar a Paganini pasó por otra localidad Argentina, pero en 1888, cuando Orsetti contrataba al matrimonio Cutruneo para que den clases a los pibes del paraje, Costantino avaló y colaboró para que esto fuera realidad. Además encontramos su firma en cada uno de los petitorios realizados al gobierno provincial para la creación de la primera escuela.
Secco fue otro de los que vinieron hacer patria. Y logró con creces. Creemos que se casó en Argentina con Rosa Cappone, la que sería la madre de sus 6 hijos, porque la muchacha de 28 años llegó dos años antes que él al territorio nacional, junto a su hermano Francesco, el 16 de junio de 1885.
Costantino arrendó tierras y las trabajó. Pero a principio del siglo XX, compró la manzana de Alvear y Saénz, entre San Martín y Pueyrredón, y allí, además de la gran casa familiar, la obligada huerta y el parque de flores y plantas, el piamontés puso el primer almacén de ramos generales del Pueblo. Justo en la intersección de Arenales y San Martín, una gran construcción al estilo de principio del siglo pasado, se levantaba imponente.
“Ramos Generales Casale Monferrato”, se llamaba el boliche, como un recuerdo latente, quizás tratando de cerrar esa herida del pueblo que se deja, pero nunca se olvida. Allí había de todo y no era cuento. Raúl Zavattero comentó a éste medio que “él fue muchísimas veces a lo de Secco a comprar”. El concejal de la ciudad y gran recolector de historias, supo hacer los mandados en su niñez. “Mi madre me mandaba hacer las compras. Yo tenía 5 o 6 años allá en los 40’, pero lo recuerdo como si fuera hoy. Mostrador alto y de estaño, había frascos de vidrio con caramelos, había alambre, clavos, cuerdas, maderas, herramientas, elementos de limpieza, bebidas… había de todo”, rememora Zavattero.
También los Secco marcaron su impronta y el destino de la ciudad. Zavattero conoció a Rosa Cappone y a sus seis hijos, y los recuerda con añoranzas. “Eran personas emprendedoras, que siempre querían progresar”, comentó. Los hijos del matrimonio Secco fueron: Rosa, María, Vicente, Mario, José y Juan.
Vicente y Juan fueron los más destacados en el viejo Paganini. El primero fue un rico hacendado que supo tener centenas de cabeza de ganado y campos, no sólo en la zona rural del Pueblo, sino que en otras localidades.
Juan por su parte fue el más exitoso y nombrado, traspasando las fronteras de Granadero Baigorria, construyendo una industria que lleva su nombre, Industrias Juan F. Secco. El menor de la familia de Casale Monferrato fue un adelantado. “Fierrero” desde querube fue uno de los primeros en tener un automóvil en el Pueblo. Ahí se dio cuenta lo que faltaba, en el poblado que para 1915 apenas llegaba a 600 habitantes. No había un taller mecánico. A diferencia de sus hermanos, en vez de seguir su vida en la ruralidad, se convirtió en el primer mecánico de Paganini. De inmediato el galponcito, que había creado en la casa familiar, quedó chico y a principio de los 20’ compró media manzana en Rivadavia y San Martín.
Ya instalado en los nuevos terrenos, empezó a innovar con cojinetes y aros de pistón, fabricándolos con materiales de fundición selectos y de calidad. Para la década del 30 los aros de pistón y cojinetes de la marca JFS eran los mejores del país. De todas partes venían a comprarlos. Hasta los corredores renombrados de la época, como los hermanos Juan y Oscar Gálvez, viajaban hasta aquí para adquirir los elementos para sus coches de carrera.
Juan fue varias veces jefe comunal e integró una Comisión denominada “de altos contribuyentes”, que desde el comienzo del siglo hasta mediados del mismo definieron la vida social, política y cultural del Pueblo.
Otros inmigrantes y sus hijos, la mayoría piamoteses, llegados a posteriori de la autorización de la traza, como los Puccinelli, Tambellini, Ivaldi, Borghini, Andreani y Oriti, fueron los que lograron, junto a los Secco y otros vecinos del poblado, la Iglesia San Pedro, la comuna, la creación del Club Alumni y la construcción del edificio de la Escuela 127.
Volviendo a Casale Monferrato, hay como una extraña relación con muchos de los llegados a ese Paganini primitivo y rural. Imaginamos que no fue casual, que los lazos familiares y de amistad se activaban aún más cuando alguien arribaba de la vieja Europa a Argentina. Sabemos que además de Costantino Secco y su compañera Rosa Cappone, por lo menos la familia Negri, que aún quedan descendientes en la ciudad, es de Casale.
Es bueno también agregar que el abuelo del ex intendente y varias veces concejal de Granadero Baigorria, Alfredo Secondo, también nació en esta ciudad europea. Pietro Secondo llegó al país y se radicó primero en Córdoba para trabajar en el ferrocarril. Su hijo Mateo, se mudó a nuestra ciudad, con su mujer y sus dos hijos, Pedro y Alfredo, en los 40’ para servir en la estancia de Rita de Ybarlucea, hoy Camping Municipal de Baigorria.
Tierra prometida
Granadero Baigorria, ayer Paganini, fue parte de esa Pampa Gringa. Tierra prometida, fértil y capaz de hacer real la vida de los que se enfrentaron a un destino incierto. En aquel pequeño paraje rural, las lenguas y dialectos se cruzaban como en Babel. En esas cartas atravesando el mar, vemos los relatos en esa América salvaje y solidaria.
Ellos soñaron un país hecho de pan y lo lograron, reescribiendo la historia colectiva de su pueblo y el nuestro, para hacerlo uno sólo."
Pueden acceder a la nota en el sitio del Urbano Digital o desde aquí
Nuestra familia en el mundo
Llamado a la solidaridad
Aquí intentando dar una mano a una lectora que necesita información respecto de su abuela, Teresa Peironi, oriunda al parecer de Impira, Río Segundo, Córdoba y descendiente de piemonteses. Casada con Bracamonte. Cualquier dato que permita remontarse hacia atrás en la historia de esta familia es bienvenido.
Gracias a todos,
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