En memoria de nuestros ancestros: Chiaffredo Giuliano y Catterina Bosio de Giuliano
Hay un libro, "Mis Antepasados me Duelen. Psicogenealogía y Constelaciones familiares", de Maillard y van Eersel, que no he podido conseguir aún pero que la mera lectura de su título y de algunas reseñas críticas del texto casi me han hecho llorar.
El planteo del libro es bastante primario: se reduce a afirmar que todos estamos determinados por una cascada de influencias que decantan en nosotros desde todo nuestro árbol genealógico.
El lema de la psicogenealogía pareciera ser 'Ay mis ancestros!', mientras desde esta postura nos cuentan cómo la mayor parte de nuestros problemas se originan en nuestro árbol genealógico y nos proponen, entonces, talleres en los que se invita a los participantes a reconstruir su genealogía, para resolver sus traumas…
Decía que casi lloro con esto, porque la verdad, si yo tuviera algo más de tiempo y mucha más capacidad y conocimientos, escribiría un libro que se intitulara “Ay, mis descendientes me duelen”, poniéndome en el lugar de, por ejemplo, Chiafredo Giuliano, que con 66 pirulos, en 1883 dejó sus pagos en Italia, cargó sus bártulos, se atravesó el Atlántico, se radicó en medio de una nada chata y baja -violentamente distinta al paisaje de postal en el que vivía- y puso al servicio de su posteridad, la fortuna que tenía disponible, para comprar tierras que con el transcurso del tiempo se llenarían de soja.
Tomé conciencia por primera vez de que en el Panteón de Montes de Oca tenía parte de mi familia a los 9 años. Chiafredo y su esposa Caterina Bosio ya estaban en urnas.
Si por alguna de esas cosas del destino no hubiera estado conmigo mi mamá, no hubiera sabido nada de ellos. Nadie me hubiera explicado quiénes fueron, qué hicieron, cómo eran. Se hubieran borrado de la memoria de todos tal como se están borrando de la foto que nos llegó vía Tito Giuliano de Corral de Bustos. Y cuando alguien pasara a levantar el fruto de las que fueran sus tierras para convertirlos en prosperidad, nadie dedicaría ni un segundo para recordarlo y agradecerle que estamos en este mundo viviendo la vida que vivimos, gracias a que él existió.
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