Los Vairetti del Grigione

En un post anterior mencionamos algo sobre el apellido Vairetti de Roveredo.

Roveredo es una comuna del Cantón Suizo de los Grisones. Está ubicada en la parte más baja del Misox (en italiano, Valle Mesolcina) entre los Alpes.

Gracias a la ayuda de la gente de la Fondazione Archivio a Marca pudimos saber algo más sobre estos Vairetti suizos: eran una famiglia patrizia que viene registrada en Roveredo desde comienzos del mil setecientos y que guarda relación con las familias de apellido Vairo, con presencia en la zona desde el mil quinientos.
Al parecer, los Vairetti desaparecen de Roveredo hacia fines del mil ochocientos, tal como los Vairo, con la diferencia de que el apellido de estos últimos continúa presente en Suiza aún hoy.

La mayor parte de esta información corresponde al libro escrito por Cesare Santi,  Famiglia originarie del Moesano o ivi immigrate, Poschiavo 2001.
Es precisamente este autor el que nos da alguna pista de cómo pudieron estar vinculados los Vairetti de Roveredo con los de Sondrio, de los cuales, descendemos.

Dice Santi:
Il fenomeno migratorio che ha interessato le valli della Calanca e della Mesolcina è comune a tutte le vallate dell’arco alpino, dove è documentato già nel Quattrocento, ma esisteva anche prima, così come risulta da alcuni manoscritti del Trecento. La necessità dell’emigrazione era determinata dalla specificità del terreno alpino, che non permetteva né con le coltivazioni, né con l’allevamento del bestiame e nemmeno col provento della caccia e pesca, di mantenere tutta la popolazione. Onde procurarsi per il sostentamento merci non prodotte in loco - come il preziosissimo sale, il riso, parte del vino e del frumento e altro ancora - era necessario avere del denaro contante che poteva essere procurato solo tramite le rimesse degli emigranti...
A lo largo de su exposición, Santi nos hace ver algo que sospechábamos pero respecto de lo cual no estábamos seguros: si bien en el imaginario colectivo italiano Suiza aparece como aquél lugar hacia dónde muchos han partido en busca de un futuro mejor, hubo una vez un tiempo en que muchos suizos migraron hacia la Italia, buscando lo mismo. Ese fenómeno fue particularmente fuerte entre los siglos XV y XIX.

Tenemos indicios que nos sugieren que los Vairetti no son originarios de Ponte. Muchas fuentes nos han señalado como lugar de procedencia a Talamona. Pero: y si Talamona fue uno de los lugares en los que decidieron instalarse los Vairetti al dejar Suiza? Y de allí algunos se instalaron en Ponte?  De hecho, la Valtellina y la Valchiavenna fueron estados bajo la dominación grigiona por casi tres siglos...



En la imagen, un mapa nos muestra los antiguos senderos que, desde la época prehistórica, vienen vinculando el Cantón Grigioni con la Valtellina y la Valchiavenna.
El mapa corresponde al trabajo Sentieri e strade storiche in Valtellina e nei Grigioni.
Dalla preistoria all’epoca austro-ungarica (Cristina Pedrana, ottobre 2004)
Quién sabe, quizá en uno de estos senderos Gerónimo se topó con el urs...
La ricerca, como siempre, continúa.

Kunta Giuliano Kinte

No hay sitio de genealogía familiar que se precie que no dedique unas líneas a explicar cómo el autor entró en contacto con el tema y cómo, a partir de ahí, la genealogía se volvió para él algo muy importante en su vida.
He leído historias de lo más variadas: desde aquélla vinculada a la necesidad de obtener datos para tramitar la ciudadanía (muy común entre nosotros, los argentinos que vivimos la crisis del 2001), hasta la que refiere al abuelo que tenía escrito ya bastante sobre el tema y legó el mamotreto para que fuera continuado por las generaciones futuras. La que me pareció más graciosa: aquélla en la que el autor narra cómo, intentando obtener financiamiento para una beca de estudios, propuso como tema a Beccaria y terminó encarando una investigación y escribiendo un libro sobre la inmigración y la genealogía de las familias piamontesas en Argentina, tema que al gobierno italiano le parecía más relevante.
Hay de todo, y entre ese de todo, está mi caso.
Una de las ocupaciones centrales en mi vida ha sido la de entender. Concretamente: entender el por qué de nuestro aquí y ahora y, si se quiere, su propósito.
En algún momento algo me debe haber hecho pensar que mirando hacia atrás, hacia los abuelos y hacia los bis, quizá encontrara alguna pista para entender mejor esas cuestiones. Y así como una cosa lleva a la otra, los bisabuelos nos llevan a los tatara y, con un poco de suerte, a los choznos. Entonces uno se entusiasma y sigue, siempre tratando de poder ver un poco más atrás y de encontrar algo que nos ayude a entender mejor nuestra realidad.
Para ser honesta, desde esta perspectiva no he avanzado mucho. El aquí y el ahora me sigue pareciendo confuso y el propósito, tan en incógnita como al comienzo de la ricerca. Pero pienso que, como en otras tantas cuestiones en la vida, a veces lo importante no es el punto de llegada sino el camino que uno va recorriendo.
Y es así como hoy me encuentro valorando todo lo que me puede llevar a completar esos grandes blancos que quedan entre dos fechas (la de nacimiento y la de defunción), cuando uno descubre un nuevo antepasado en la lista.

Detrás de un árbol genealógico está siempre el legado que uno pretende dejarle a los hijos o a los más jóvenes de la familia. Yo he visto que un árbol no es tanto una gran cantidad de nombres y de fechas, sino una buena historia. Los nombres y las fechas son casi instrumentales.

Pienso en aquella novela que escribió Alex Hailey, la que dió lugar a la miniserie de Kunta Kinte. Alguna vez leí que lo que empujó al autor en su investigación y a la construcción de ese relato fue la sensación de soledad étnica. Esa soledad lo habría llevado a buscar sus raíces, su identidad, en otra parte.
Con el tiempo me he dado cuenta de que esa soledad de la que hablan los que saben tiene más de una faceta. No se reduce al sentimiento de desarraigo ni a la nostalgia por la que era la madre tierra. Al fin y al cabo, quién más, quién menos en Argentina, todos somos frutos de más de una madre y, aunque quisiéramos, nos costaría identificar cuál es la tierra por la cual tenemos que sentir la nostalgia.
Del concepto, yo me quedo con la parte de la soledad, esa parte que nos hace sentir extrañitis sin tener en claro respecto de qué la sentimos exactamente.
A estas alturas del trabajo pienso que la añoranza tiene que ver más con la falta de pertenencia a algo que nos supera y nos contiene que con algún objeto en particular. Algo que nuestros antepasados tenían y que nosotros hemos ido perdiendo con el transcurso del tiempo: la convicción y la conciencia de formar parte de una familia.
Reconstruir la historia familiar es como una vacuna para prevenir la tendencia a la disolución. Cuando recordamos que venimos de los mismos; cuando reparamos en que el legado que compartimos es común, sólo ahí podemos darnos cuenta de que lo que nos une y nos mantiene unidos no es la concesión graciosa de un llamado telefónico cada tanto, ni las visitas más o menos entusiastas. La unión está dada por lo que ya está ahí, incólume e inmodificable, pese a que decidamos ignorarlo o valorarlo.
La unidad se mantiene cuando aceptamos, que más allá de nuestros nombres y de nuestras fechas, somos, de algún modo, lo mismo. Los brotes de un tronco común.

La Reserva Ecológica Costanera Sud: el monumento

Una vez escribí un paper al que intitulé "Reserva Ecológica en la Costanera Sud - o las ventajas de no planificar". Considerando la evaluación que le dió el docente, fue sin dudas el peor trabajo que he realizado en mi vida como estudiante.
Sin embargo, es un trabajo del cual sigo estando orgullosa, por dos razones. La primera: aún hoy pienso que el planteo de base es cierto; la segunda, es un trabajo que, de algún modo, le debía a mi papá.
Palabras más, palabras menos, en ese trabajo caractericé a la Reserva como un fallo de planificación pública que la naturaleza resolvió aprovechar de modo inteligente, para darnos un respiro verde a los que vivimos en Buenos Aires.
Cuando escribí el trabajo, no consideré que los evaluadores tenían alguna vinculación histórica con el tema. Diré, en mi defensa, que por ese entonces yo era joven, pensaba que los docentes eran sólo docentes y, además, no había internet disponible para andar googleando a la gente.
Anyway, lo importante es que escribí esas hojas e intenté decir lo que tenía para decir. Quizá hoy lo diría mejor, con alguna vuelta menos.
La Reserva Ecológica no se hizo sola y lo que es más importante, no se hizo para ser Reserva.
Mi padre dirigió por años el relleno del Río, construyendo dedicadamente el suelo en el que hoy crecen tantos hermosos árboles y sobre el cual se extienden caminos por los que paseamos con nuestros hijos y las playas en las que nos sentamos a contemplar el Río. Paisaje extraño, casi surrealista, en el que asoman trozos de casonas antiguas y se retuercen hierros y fragmentos de columnas y cemento armado, como después de una gran devastación.
Ese trabajo lo hizo mi padre, acompañado por caballeros montados en gallardas topadoras, que iban, muy calculadamente, haciendo camino al andar (barreras de contención sobre el lecho del río), acumulando escombro y tierra, para dar forma a los piletones (recintos). Aquéllos que luego, se pensaba, serían rellenados entre las contenciones.

La historia normativa nos informa que el propósito primigenio de este relleno fue la ampliación de la planta urbana a través del proyecto que se conoció como Barrio Cívico, proyecto que proponía la edificación de una ciudadela administrativa sobre los predios ganados al agua. Hacia los ochenta, el proyecto se abandonó por causa, según dicen, de su elevadísimo costo.
Pero las obras continuaron, al menos, hasta que mi padre se jubiló. Para ese entonces comienza a registrarse un inesperado asentamiento de especies silvestres provenientes del litoral. "En 1985 el relleno albergaba 200 especies arbóreas y una población de aves con variedad superior a las 150 especies..." (aquí me estoy citando a mi misma).
Es ahí cuando diversas ONGs ambientalistas deciden movilizarse, impulsando proyectos para la preservación del área como santuario ecológico.
En el interin, la Reserva pretendió ser de todo: desde aeroparque a espacio para la práctica de deportes náuticos.
Hoy, como le dije a mi papá en el último momento, es un monumento que va a seguir estando allí mientras la naturaleza lo permita. Un monumento que se construyó a si mismo y a aquéllos que hacen bien su trabajo, a pesar de todo.

El por qué de la partida


Siempre me pregunté por qué los Giuliano habían decidido dejar Italia e instalarse en Argentina. Esto, más allá de las condiciones generales de la vida en Italia para esa época.
En el caso de los Bugoni, el recuerdo está más presente. Mi abuelo Bugoni había participado en la Grande Guerra, se había enfermado gravemente y lo habían mandado de regreso a su pueblo natal, Pianello Val Tidone (Pianceza). Curado pese a los pronósticos, se había casado (1921) y había tenido su primera hija, Blanca. En ese momento Italia se estaba preparando para la guerra en Abisinia. El abuelo Bugoni no lo dudó: se vino a Argentina, con su esposa embarazada de mi papá, dejando a Blanca al cuidado de su abuela materna, hasta que pudiera mandarla a buscar.
En el caso de los Giuliano la historia se había perdido. Sólo sabíamos que Bautista Giuliano había llegado a Argentina y comprado 400 cuadras de campo en la zona de Santa Fé conocida como Campo La Amistad, Caracciolo (actual zona de Montes de Oca).
Con el tiempo nos reencontramos con el porqué del sopranome Buneva y descubrimos que los Giuliano de Saluzzo se dedicaban a administrar cultivos, en especial en la zona de vides.
No fue hasta hace poco que dimos con la historia de los Aimar según es narrada en Historia de Oncativo Recuerdos de mi Pueblo, de Juan Alejandro Malissia, en donde leemos:
"...Miguel Aimar, inmigrante italiano, nació el 24 de marzo de 1879, en la Comuna de Barge, provincia de Cúneo, Circondario Di Salusso, hijo de Tomaso Aimar y María Marconetto.Cuando las plagas terminaron con las vides y se hacía difícil el sostenimiento de la economía familiar, el hermano mayor, Sebastián, habla con su padre, para salir rumbo a tierras de América, donde se podría vivir trabajando los campos. Después de varios intentos, cumple su propósito y embarca rumbo a la Argentina en el año 1894, trayendo consigo a Jorge y Michelle y llegan al puerto de Buenos Aires.En barco a vapor, navegan por el Paraná hasta Santa Fe, radicándose en la localidad de Josefina..."

Si bien estos Aimar - Marconetto terminaron asentándose en Oncativo (Río Segundo, Córdoba), esta historia bien puede ser considerada común a todos los inmigrantes que, en Saluzzo, se dedicaban al cultivo de la vid.
Todo esto nos llevó a querer saber más respecto de la vida de estos massari, sus trabajos, su esfuerzo en Saluzzo. Así dimos con el sitio del Ecomuseo dei terrazzamenti e della vitte en Cortemilia. Leemos allí:
"Se è vero che l'Ecomuseo è gestito formalmente dal Comune di Cortemilia, è altrettanto vero che il tema trattato, quello del paesaggio terrazzato, è proprio di gran parte del territorio dell'Alta Langa..."

Este Ecomuseo nos ha permitido conocer sobre el sistema de cultivo en la zona:
"I paesaggi terrazzati sono opere monumentali dense di storia e di sapere, come le altre meraviglie del mondo: le cattedrali, le piramidi, castelli, la grande muraglia Cinese. Ma a differenza di queste, i paesaggi terrazzati non sono nati con l'intenzione di creare un elemento d'eccellenza, o un bel paesaggio. Sono stati piuttosto originati dall'enorme sforzo collettivo e inventivo di molte generazioni che, per necessità hanno dovuto trovare una risposta alla domanda sempre crescente di cibo e prodotti, dovuta all'aumento della popolazione e a motivi commerciali. La bellezza del paesaggio terrazzato ha quindi grande contenuto intellettuale e sociale, oltre che ambientale: in essa c'è la storia di una comunità che ha saputo trovare un modo per sopravvivere utilizzando al meglio gli elementi di cui disponeva. C'è la testimonianza del mondo rurale e della sua millenaria cultura. C'è un'armonia conquistata tra il genere umano e l'ambiente. C'è l'arte del vivere... Questi paesaggi sono il risultato della secolare integrazione tra l'attività umana e le risorse naturali, e sono oggi un invito a ripercorrere e riscoprire la vita del popolo che vi si è insediato da secoli..."

En estas terrazas (cuya construcción se inició, presumiblemente, en torno al año 1.000, siendo la práctica difundida por los monasterios), se cultivaban, fundamentalmente, vides.
Nos alegra y nos enorgullece el trabajo que realiza la gente del Ecomuseo de Cortemilia. Sin su dedicación, este saber se hubiera perdido. Por eso queremos ayudar a difundir su obra y su lettera aperta en la que plantean la importancia de los ecomuseos y la situación por la que atraviesan éstos en la Región del Piemonte.
Para los que tengan interés en este tema y adherir a la causa, dejamos este correo que tomamos del sitio: ecomuseo@comunecortemilia.it

Cuando Rosario era un espectáculo: adivinanza



Esta es una foto de mamá, del año 1953, algunos años después de su elección como Reina de la Agricultura por el Departamento Belgrano. Aquí la vemos con Pepe Manzanares, cantante y director de baile. Es una hermosa foto, tomada en el Teatro del Círculo de Rosario. Para los que no conocen a mamá, ella es la que está en el centro del cuadro, vestida de blanco.
Por mucho tiempo Pepe bregó porque se le entregara esta foto, que era única. Durante mucho tiempo, también, estuvo guardada. La razón... hay que adivinarla. Tiene que ver con alguien que está en la foto y que luego fue muy famoso.

La rama Palmero de Morón

Desde que mi abuela era pequeña se escribía asiduamente con la Tía Margarita de Morón. Religiosamente llegaban a la casa de mi abuela, en Montes de Oca, cartas y primorosas tarjetas con remitente, Margarita Palmero de Palmero, Brown 492, Morón, Buenos Aires.

Lo curioso es que mi abuela no conoció hasta ya grande a esta tía. El encuentro se dió hacia fines de los cincuenta, poco antes de morir mi abuela, cuando mis papás le propusieron venir a Buenos Aires para consultar un especialista para su padecimiento del corazón. Como compensación, el viaje tuvo por propósito secundario llevar a mi abuela a conocer dos instituciones muy especiales para mi abuela: la Pirámide de Mayo, con la que había quedado fascinada, desde pequeña, gracias a la lectura de un libro de texto de sus primeros grados, y a la Tía Margarita de Morón.

Sabemos que Margarita quedó viuda de joven y que tuvo, al menos, cuatro hijos. Cuenta mi mamá que uno de ellos era un excelente nadador, Campeón varias veces, que, no obstante, terminó muriendo ahogado por causa de un calambre en una competencia en las aguas del Río de la Plata.
El otro hijo tenía una discapacidad de nacimiento, razón por la cual mamá recuerda que, en oportunidad de la visita, se asombró viendo como este muchacho arreglaba y podaba los rosales del jardín en la casa de Morón, utilizando, a los efectos, sus pies.
Margarita tenía también dos hijas mujeres, para ese entonces, solteras.

El contacto con esta rama de la familia se perdió cuando mi abuela falleció. Hace un tiempo tuvimos oportunidad de pasar por frente de Brown 492, descubriendo con cierta pena que, donde se levantaba la hermosa casa con el florido jardín, hoy hay un inmenso local, tipo galpón, en el que funciona una pinturería. Allí nada saben de la familia Palmero que solía vivir cincuenta años atrás en esa dirección.

Tengo la seguridad de que la Tía Margarita era una hermana de mi bisabuela Dominga que, ya casada al venir de Italia, se radicó en Buenos Aires, con la familia de su esposo.
De hecho, en el censo de la Provincia de Santa Fé del año 1887 (en San Genaro), Battista Palmero y Teresa Castagno figuran con 27 años de casados y 9 hijos, de los cuales sólo aparecen en la ficha censal 5 y, entre los cuales, no está Margarita.

Sí la encontramos en el Censo Nacional de 1895, con 17 años (nacida entonces, circa 1878), italiana, ya casada hacía un año.

En la ficha censal también aparece un Domingo Palmero, de 36 años, comerciante, casado hacía un año. Es probable que éste Domingo haya sido el esposo de la Tía Margarita.

Quizá este post sirva para reencontrarnos con esta rama de la familia Palmero en nuestro árbol.

Sobre los zapatos de La Cenicienta y el posible origen del apellido Vaieretti

El apellido de mi bisabuelo Gerónimo Vaieretti siempre me pareció un apellido italiano raro. Con el tiempo pude comprobar, gracias a la obtención de su atto di nascita en la Comuna de Ponte in Valtellina (Sondrio, Lombardía), que el apellido aparece escrito con j y no con i: Vajeretti y no Vaieretti.
Este descubrimiento, en su momento, no ayudó mucho. En Italia el apellido más similar que encontramos hoy es Vairetti, respecto del cual, en L'Origine dei cognomi, leemos:
"VAIRETTI: Decisamente raro è tipico della Valtellina, zona di Talamona (SO)"

Esta explicación tampoco resultó de mucha ayuda, ya que el apellido nos sonaba raro de antes y ya sabíamos, para ese entonces, que era típico de la Valtellina.
Ante la ausencia de una explicación mejor he decidido compartir una humilde hipótesis que, en su momento, construimos respecto del origen y significado de este apellido. Quizá esto sirva para que otros, con más conocimiento, elaboren una mejor.

Llegué al Cuento de la Cenicienta buscando la raíz de este apellido, a la que consideré vair. Yo no sabía, pero hay toda una discusión respecto de si los beneméritos zapatos de la Cenicienta estaban hechos en verdad de cristal (verre en francés) o de piel (vair, en francés antiguo). Los que apoyan esta teoría sostienen que Perrault mal transcribió el término, dado que ambas palabras (verre y vair) sonarían del mismo modo en francés: ver.

Más allá del cuento, esto me llevó a pensar cuál sería la palabra en italiano para referirse al material que en francés antiguo se denominaba vair. Allí di con la palabra vaio para referirse a las especies de gatos y conejos y a sus respectivas pieles, y con el término vaiai y vaiaio para aludir a los peleteros.

No fue hasta hace un tiempo que, recurriendo a internet, me encontré con el apellido Vairetti vinculado muy estrechamente a la historia del Cantón Roveredo (Suiza). Dejando para otro post el punto, gracias a este hallazgo terminé dando con un libro en alemán y sólo con vista de fragmentos, pero que alcanza para observar al apellido Vairetti, de Roveredo, asociado con otros apellidos de raíz común (Vairo, Vairolo).

En ese pequeño fragmento señalan, como origen del apellido Vairetti, la palabra vaio y la traducen como pelzwerk (¿trabajador de pieles?).

Lo que son las cosas; al tiempo encontré en el Dizionario delle lingue Italiana ed Inglese, Volumen 1 (Giuseppe Marco, Antonio Baretti, 1902) que el término vaj (escrito con j y no con i) era utilizado para referirse al animal del que se aprovecha esa clase de piel, mientras que vajo era utilizado para referirse tanto al animal como a su pelaje y vajajo para nombrar a la persona que comerciaba esas pieles.

Vaire sería otra forma italiana de referirse al vaiaio y vairo al vaio (Il linguaggio del caos: studi sul plurilinguismo rinascimentale, Gianfranco Folena, 1991). Así que Vairetti bien podría traducirse como pequeño comerciante de pieles (por el sufijo etti que en lombardo marca un diminutivo) y Vajeretti una forma alternativa, más antigua o dialectal, dado el uso de la J. Quizá, no?

Piacenza: distribución geográfica de apellidos presentes en el lado Bugoni de la familia



Como complemento de nuestro post anterior, con este mapa intentamos graficar la distribución geográfica de los apellidos Bugoni, Fertilani, Costa, Badavelli, Bazzari y Bruzzi en la Provincia de Piacenza, tomando como base el lugar de nacimiento de nuestros antepasados y la presencia de estos apellidos en las bases de Family Search y los de Ellis Island, considerando los registros más antiguos.

Amiga y comadre

Este blog estaba como rengo: nos faltaba un capítulo para hablar de la madrina de nuestra ñata.
Parece que este día es el día para hablar de personas especiales en nuestra vida. Juliana es, sin lugar a dudas, una de las que más admiro y he admirado, desde que la conocí, logrando sostener ese espíritu y esa convicción a lo largo del tiempo.
No es fácil eso y menos hoy día, en que todo cambia tanto y tan rápido, incluidas las personas y las convicciones.
Amiga siempre presente, incondicional, casi una maestra para mí; mujer de inteligencia superior, con un aplomo y una seguridad que hubiera querido tener yo en más de una oportunidad. Compleja pero accesible, su cariño y su apoyo nos han acompañado desde hace ya más de veinte años.
Cuando tuve que pensar en una Madrina para mi hija, no lo dudé. No se me ocurrió nadie mejor para desempeñar ese rol, como legado. Elegir madrina o padrino no es una tarea menor. Suele recurrirse a números puestos, como hermanos, tíos y aún abuelos... en el convencimiento de que siendo familia, no habrá mejor elección posible.
En nuestro caso tuvimos la suerte de no enfrentarnos a la disyuntiva: contamos con una amiga a la que pudimos considerar, de siempre, una hermana.

Sobre José Félix Bugoni

Mi papá fue un hombre especial. Como todos los papás, dirán ustedes. Probablemente tengan razón. Al fin y al cabo, todos somos, de algún modo, especiales.
Pero mi papá fue un hombre especial de un modo y en un sentido más que especial.
José Félix Bugoni se construyó a sí mismo, de la nada y pese a si mismo, mezclando ilusiones y desilusiones, ideales y sueños, carencias, temores, desamparo, debilidades y limitaciones, combinándolos con humor, valentía, una cáscara de mal genio, gran sentido de la solidaridad y muchas artimañas, como decía él.
Fue un hombre que se enfrentó a los obstáculos de un modo, diríamos, casi heroico y se jugó siempre por superarlos y por defender sus convicciones. No siempre lo logró, pero sí, siempre lo intentó.
Fue un gran trabajador, hasta de un modo inconducente, dirán algunos, por dedicar gran parte de su energía vital a la lucha por causas perdidas. Como la del saneamiento ambiental. Lo que muchos no entienden es que luchando por esas causas, Bugoni luchaba por sí mismo.
Ya cerca del final no esperado, tuvo la grandeza de decir que estaba satisfecho con lo que había logrado en su vida y con su familia, dándonos a todos una increible y nunca demasiado bien agradecida, sensación de paz. Hasta último momento, fue generoso.
Creo que el gran mérito de mi padre es no haber perdido nunca la bondad, la ingenuidad y hasta la malicia que tienen los niños, mientras son niños.

Gran parte de lo que soy y de lo que sé, viene de él, aunque, por suerte o por desgracia, creo que nunca tuve la condición de niño que lo definió a él por tanto tiempo.

El baúl de la Marconetto


El tema de las herencias familiares es, por lo general, un tema complicado. Suele dar lugar a duras y sostenidas disputas entre quiénes, uno supone, debieran ser los primeros y los que más facilmente lograran ponerse de acuerdo entre sí: me refiero a los hermanos.

No ha sido ese el caso en nuestra familia. Mis padres resolvieron relativamente fácil el punto. Adoptaron hacia las respectivas familias, y por default, una política sencilla: allí donde el tema podía provocar una desaveniencia con los hermanos, ellos dieron siempre un paso al costado. Eso sirvió para mantener la armonía familiar durante mucho tiempo, así que podemos decir que la política fue exitosa. Imagínense si esto se hubiera aplicado en materia de política internacional en el siglo XIX: no hubiera habido un sola guerra por colonias y quizá, ni la Primera Guerra Mundial hubiera estallado.

No obstante, la política del paso al costado familiar tuvo efectos colaterales no deseados, como éste que hemos comentado respecto a la ausencia de documentos y fotos de este lado de la familia.

Pero todo tiene su compensación, pensamos.

Un claro ejemplo es el del baúl de la Marconetto, madre de mi abuelo Juan Giuliano. Hacia fines de la década del cincuenta, cuando mis papás recién se estaban instalando en la que sería su casa por casi cincuenta años más, llegó a Varela un envío de mi abuelo Juan a su hija Nelly: algo de vajilla de mi abuela María, dos sillones vieneses, uno que había pertenecido a mi abuela María y otro a la Marconetto y un pequeño baúl de madera, muy viejo, en el que ésta guardaba ropa blanca, desde siempre, en su dormitorio.

Al tiempo de nacida yo, mi madre pensó que ese baúl de la Marconetto podía ser un buen lugar para guardar mis juquetes. Pero como estaba realmente viejo y la madera en muy mal estado, lo tapizó con una tela naranja y lo volvió a poner en funciones.

El tiempo pasó. Diez años después el naranja dejó de estar de moda y yo dejé de jugar con los juguetes en el baúl. Así que el pobre baúl de la Marconetto fue desalojado del cuarto, en un intento por retapizarlo y darle otro uso. Pero la madera del baúl, más que madera parecía corcho y carecía de soporte estructural. Así que, al tiempo, el sino del baúl parecía signado: fue a parar a desarme y a ser reconstituido como hato de madera atado con alambre, sin destino declarado pero adivinable.

Como siempre he sido muy conservadora, hice lo que pude para evitar su desaparición. Hasta que se me ocurrió que lo mejor que podía hacer era buscarme un marido hábil con las manos, que lograra ver más allá y darse cuenta de que, detrás del hato lucía un baúl histórico que muy presumiblemente había llegado de Italia acompañando a la Marconetto.

Llevó su tiempo dar con el candidato y luego, algo más de tiempo llevó lograr disponer de tiempo para dedicarle a la reconstrucción del baúl. Pero se hizo.

La foto que acompaña este post es la del baúl de la Marconetto, tal cual luce hoy en nuestro dormitorio. Lamentablemente, no tomamos el recaudo de sacar fotos al pequeño hato, para mostrar cómo estaba el baúl, antes del después. Pero como modo de acreditar lo dicho tenemos al compadre Leandro, que dió la casualidad pasó dos semanas en casa durante las vacaciones en que marido puso manos a la obra en el recupero histórico.
El baúl hoy ha recuperado su función natural y guarda ropa blanca. Esperemos continúe así por mucho tiempo.

Como dice marido: hay cosas que, sencillamente, se dejan hacer.