Bruera. Origen y significado del apellido.

Hablando de Margarita Bruera y de su parentesco con la familia Vaieretti me pareció oportuno comentar algo respecto del origen y significado del apellido Bruera.
Como suele sucederme con los apellidos que busco, Bruera no aparece listado en los sitios que consulto en internet. Así que... aquí va este ejercicio etimológico para compartirlo con ustedes.

Reparo inicialmente en este libro Voci e cose del vecchio piemonte donde leemos Bruera vinculado a la palabra ericaia, colocada entre paréntesisComo se trata de un libro que google ofrece sólo con vista de fragmentos, rescato esta pista y comienzo a buscar qué significa ericaia. Los resultados son bastante confusos, apareciendo de entrada wikipedia, con la voz erica para referirse a una especie de fanerógama... Así que intento restringir la búsqueda incorporando la palabra Piemonte.

Llego entonces a la página de la Associazione Nazionale Piccoli Comuni d'Italia (por cierto, un sitio muy bueno, que yo no sabía que existía) en donde en un párrafo hablan del origen del toponimo Borgarello y de cómo ellos entienden el mismo puede derivar de la expresión terra burgaria, ésta de la voz brughiera, ésta del vocablo milanés burg y así, hasta llegar al gálico brucus (erica).

No estábamos mal encaminados, pensé. Volvimos a la erica: Bruera, de algún modo, parece estar relacionado con el nombre de esta fanerógama. Lo que hay que determinar es cómo.

Me interesé entonces por la palabra Brughiera. Wikipedia nos dice:
"La brughiera è un tipo particolare di landa (chiamato infatti anche landa a brugo), caratterizzato come questa dalla presenza di suoli acidi. Le brughiere sono tipiche dell'Italia settentrionale... La tipica brughiera dell'Italia settentrionale è dominata dal brugo, da cui prende il nome, ma sono presenti anche specie di erica e di ginestra dei carbonai..."
Para los que entienden italiano menos que yo, Wikipedia nos explica que la brughiera es un tipo de suelo ácido, al parecer típico de la zona norte de Italia, suelo que se caracteriza por estar cubierto de una especie vegetal, que en español podríamos traducir como brezo.

A estas tierras en Francia se las conoce como bruyere y en Cataluña como bruguera. Todos estos vocablos comparten una raíz común: bruarium, bruera, que se remonta, a su vez, a un primitivo vocablo occitano y milanés: brug. En todos los casos estos vocablos hacen referencia a un terreno inculto, repleto de pastizales naturales (por cierto, muy bonitos cuando florecen)

Nuestra aproximación inicial al significado (la de la búsqueda intuitiva) parece acertada: Bruera, como apellido, haría referencia a estas áreas, probablemente como lugar de procedencia de los individuos.

En el pasado, estos campos que eran bastante poco aptos para el cultivo, eran aprovechados para realizar ejercicios militares.

Hoy por hoy, las brughiera del norte de Italia, como ecosistemas, han disminuido de modo considerable en extensión desde mediados del siglo pasado. Existen áreas reservadas de importancia que preservan brughieras en su interior, como la del Parco del Ticino,  la del Baragge y la de Vauda.
 
La imagen que acompaña este texto la hemos tomado del Sitio Oficial de la Región del Piemonte en el que se publica una nota sobre la Baraggia di Candelo. Para leerlo con detenimiento si te apellidás Bruera o te gustó el paisaje.

Margarita Bruera, una hija más

Los Bruera están emparentados con nuestra familia por el lado de los Vaieretti.
Resulta que Teresa Vaieretti era medio hermana de mi abuela María Vaieretti por el lado de su madre, Dominga Palmero, casada en primeras nupcias con Félix Vaieretti.
La tal Teresa, que era bastante mayor que mi abuela, casó con un Bruera, de nombre Domingo. Tuvieron una hija, a la que llamaron Margarita.
Margarita era pues, medio sobrina de mi abuela María.

Domingo Bruera tenía un hermano, Gabriel Bruera, que vivía en Las Rosas, cuya hija se llamaba Selene.

Teresa murió al dar a luz a Margarita. Y Domingo, que a todas luces no podemos comparar con mi bisabuelo Gerónimo, en lugar de enseñar a su hija a cocinar y coser, la puso de boyero en la chacra.
Llegado a oídos de mi abuela esta situación, partió presta rumbo a La Cañada, encontrándose con Margarita en estado tal, que prácticamente no la reconoció. Margarita (que sería una preadolescente) parecía un varoncito, y de esos bien pobres y mal entrazados.

A decir verdad, Domingo se había vuelto a casar -hasta aquí cierto paralelo con el cuento de la Cenicienta- y poco tiempo dedicaba a Margarita.

María, que no podía con el genio (y ciertamente no creo que hiciera mucho para torcer su naturaleza), decidida a cambiar en algo la suerte de su medio sobrina, propuso a Domingo criar a su hija, llevándosela para Montes de Oca.

Así es que Margarita pudo disfrutar de unos buenos años de vida, como una hija más, recuperando el aspecto de señorita y aprendiendo cosas que, en aquélla época, hacían las delicias de las mujeres: por ejemplo, bordar su ajuar y a aprender a coser con Delia Odetto, con quién se cosió su propio vestido de novia.

Margarita casó con un tal Maino de General Roca, pero hasta ese momento, compartió la casa con la familia de mi abuela. Instalados en Jesús María (Provincia de Córdoba), a dicha no la acompañó en este matrimonio, pero eso ya excedía la capacidad de mi abuela para torcer el destino de las personas. Su marido la dejó, sin hijos, y, aunque varias veces visitó a mi abuela en Montes de Oca, fallecida ésta, perdimos su rastro.

De vivir, hoy Margarita tendría como noventa años.

Laboratorio genealógico: un experimento de ricerca en primera persona

Y sí... seguimos insistiendo con la búsqueda del foglio matricolare del abuelo Bugoni y de la constancia de su reconocimiento como Cavalieri de la Orden de Vittorio Veneto.

Nada mejor que vivir la ricerca genealogica para hablar sobre ella, no?

Les cuento lo que he hecho en este último tiempo. Reiteré correo a diversas instancias: a la Provincia de Piacenza, al Archivo de Estado de la Provincia de Piacenza, y al Gobierno de la Región de Emilia Romagna. Anteriormente había hecho lo propio con el Palacio Quirinale, con el Ministerio de Defensa (y al Comando Militare Esercito EMILIA ROMAGNA), entre otros.

Y, por las dudas, de vuelta a la Comuna de Pianello (Servicio Anagrafe).

Marido dice que corro riesgo de ser tomada por un virus :)

En fin. La cosa es que, hasta el momento, sólo he recibido respuesta de istanze.uam@quirinale.it en la que me adjuntan el reenvío que han hecho de mi solicitud al Consiglio dell' Ordine di Vittorio Veneto y al Comando Militar de Emilia Romagna (al que yo ya había escrito).

Gentiles y solidarias almas que navegan por internet han tratado de ayudarme en esta búsqueda, comenzando por la gente del Centro de Estudios de la ANA y de http://www.cimeetrincee.it/.

¿Por qué tanta insistencia con el foglio? Porque, en principio, me aportaría información muy valiosa para reconstruir los años jóvenes de mi abuelo en Italia, durante la Primera Guerra: Regimiento al que perteneció, lugares y batallas en los que combatió, dónde estuvo hospitalizado (sé que enfermó y estuvo grave, pero no sé de qué ni cuándo con exactitud...).

Para los que quieran saber más sobre este tema, les recomiendo un trabajo muy interesante publicado en el sitio de Daniela Massolo. Parte de lo que hemos hecho lo hicimos orientados por algunos de sus comentarios.

Por ahora, sólo resta esperar.

El Amor de un hombre

Montes de Oca tiene muchos personajes en su historia... Algunos recordados en libros, otros en la memoria de muchos. Algunos en la memoria de pocos. Migoni es uno de ellos.

En casa había una biblioteca bastante considerable. Mucho libro, quiero decir. Nada de una habitación específicamente dedicada a los efectos; ni siquiera prolijos estantes guardando hermosas ediciones encuadernadas en tapa dura. No. Sólo libros. De preferencia, viejos. Lo cual es lógico, porque a papá le encantaba leer, pero, como nunca tuvo mucha plata, compraba libros en remate.

Así que en nuestra biblioteca había un poco de todo. Como en botica.

De chica tuve permiso para consultarla.
Un día (seguro una tarde de esas de mucho calor, tardes en que el resto del planeta se da permiso para dormir la siesta) yo dí con un libro: "El Amor de un hombre". Y comencé a leerlo. La verdad: resultó no ser de los libros que más me convocaban. A mí me gustaban los libros de historia o las novelas de aventura... Mis preferidas eran las de Rider Haggard. Pero eso no viene al caso. Lo que viene al caso es que pregunté por este libro, más que nada porque, en el impreso, aparecía una dedicatoria a mi papá: "A mi buen amigo...".
Mi mamá me contó entonces que ese era un libro que había sido escrito por un tal Migoni, que nos había regalado una copia. Un señor que un día había llegado a Montes de Oca desde Buenos Aires, abriendo un sinfín de  incógnitas pueblerinas, para hacerse cargo, no se entendía bien por qué, de la farmacia. La antigua; la que estaba en la esquina, frente a la plaza. En la esquina que hoy ya no es más farmacia.

Más allá de los límites duros que imponía su oficio desde la perspectiva comunitaria,  Migoni era un amante de las artes. Alguien diría: un bohemio. Muchos en el Pueblo lo decían. Igual, Migoni se proyectaba más allá de las fórmulas y de las prescripciones y no sólo escribía para el Diario La Juventud, sino que también escribía cuentos cortos y novelas. Y además, dirigía las obras teatrales y las veladas en las que, indefectiblemente, participaba mi mamá.

Migoni tenía un pasado rico, que desbordaba las cubetas y fluía por el Pueblo. Un pasado en el que, por ejemplo, había sido amigo de Sciammarella. Rodolfo. El poeta. El compositor de Por cuatro días locos que vamos a vivir... y  de Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor... pero también de No te engañes corazón...

Yo creo que la amistad con Sciammarella era un ancla que mantenía Migoni en el recuerdo, para no alejarse tanto del mundo que había conocido y al que había pertenecido. Para no alejarse tanto de las luces de Buenos Aires, que, para esa época, parecían tan escasas en el Pueblo.

Este es el Migoni que recuerdo hoy. El que le dedicó a papá su libro, al mismo tiempo que se lo dedicó a su hijos Arnoldo y Martín.

El Migoni que prácticamente no aparece mencionado en internet, excepto en unos pocos libros que lista google books, en su mayoría, extranjeros. Y que nadie recuerda vinculado a Montes de Oca.

Salve Migoni.
Buenos Aires 2010 te saluda.

Otro hit del momento. Oh Picchia Picchia...

Habida cuenta del éxito que tuvo nuestro post dedicado a Cia Ciao Ciao, Morettina... va éste para compartir otra canción que, hasta donde recuerdo, proviene del lado lombardo de la familia. Nuevamente, pedimos se nos excusen los errores que, de seguro, hay en la transcripción (es como creemos se escribe lo que aprendimos sólo a cantar).
Oh pichia pichia
la porticela
e la mia bela che mi viene ad aprire
e con la mano, apre la porta
e con la bocca lei mi da un bacin
Oh cosa ai fatto?
figliola mia...
que tutto il mondo parla male di te...
Oh cosa ai fatto...
che il mondo parle...
Io voglio amare chi mi ama me!
En este blog encontramos otra versión de Oh Picchia Picchia (en internet hay varias, incluidas estas tres que están publicadas en wikisource), además de una hipótesis en torno al origen judío de Bella Ciao (la canción partisana) y la interconexión entre ésta y algunas otras melodías italianas y judías, en especial, aquéllas cantadas en Transilvania del Norte.

Leemos:
"...in that region, where Jews, Romanians, Rusyns, Gypsies, Ukrainians, Hungarians, Italians, Russians, Slovakians, Polish, Czech, Armenians, Tatars lived together, the melodies did not remain the exclusive property of only one ethnic group..."
Interesante.-

La ley de la suerte y la suerte de una ley

Tanto hablar de tierras que se compran y tierras que se venden, llegamos al punto en qué debemos hablar de la suerte, pero en plural.
Previo a la segunda mitad siglo XIX, el antiguo pago de los Arroyos (recién comenzado a llamar Rosario en 1841) era muy diferente al que conocemos hoy. Todo cambió con la batalla de Caseros en 1852 y el cambio se reforzó con la instalación de un Banco: el Mauá y Cía, sucursal de la casa central brasilera, propiedad de un tal Irineo de Souza.
En 1857, este Banco fue autorizado por el Gobierno Central, para, entre otras cosas, emitir billete y realizar diferentes operatorias para favorecer la actividad mercantil. Este Banco colaboró en mucho para que Rosario dejara de ser aldea y se transformara en una gran ciudad capitalista, en la que destacaban unas cuantas familias comerciantes de origen español, inglés y francés.
Leemos:
"A partir de ese momento la clase dirigente emprendió la planificación regional para promover un nuevo cambio operativo, se elevó a la villa de Rosario a la categoría de ciudad, y se le asignó la tarea de ser la capital económica de la Confederación. Frente a este ambicioso plan la primera medida que tuvieron que tomar fue la expansión de la frontera interior para brindar una relativa tranquilidad a sus habitantes ante las eventuales incursiones de los aborígenes e incorporar más tierras potencialmente productivas para aquellos que desearan asentarse en la región. Este requisito esencial fue el que condujo al gobernador Rosendo Fraga entre 1858 y 1869 a organizar sucesivas expediciones contra los pampas, así el límite sur alcanzó la superficie que actualmente comprenden los distritos de Teodolina y Venado Tuerto..."
De la mano de este cambio viene el Ferrocarril. En 1863 llegan al Rosario dos tocayos: Guillermo Rawson, que era Ministro del Interior y del norteamericano Guillermo Wheelwright, para inaugurar el tramo ferroviario que uniría Rosario con la capital de Córdoba.
Luego llega el telégrafo.
Leemos:
"...el comerciante del Rosario sintió que se abrían las puertas del cielo... en esta democracia incipiente de grandes comerciantes, todo había sido dispuesto de acuerdo al rango de la clase a la que se pertenecía..."
¿Qué clase era esta? Una que lideraba el proceso de transformación nacional, base la producción de unas cincuenta colonias de inmigrantes que abastecían al país y al mundo. Una que centraba su negocio en el comercio de cereales, actividad que había terminado desplazando aquéllas propias de una aldea: la cría de ganado y las curtiembres.
Es a lo largo de este proceso de despegue en que la ley de las suertes jugó un papel preponderante. Aprobada en 1856 esta ley se propuso regular la entrega de las tierras públicas, entendiendo por tal, aquéllas que siendo de nadie (o habiendo sido del indio) fueron consideradas res nulius y a partir de ahí reguladas por el dominio del Estado como propiedad fiscal.
Esta ley y su complementaria de 1879, que se proponían como instrumento para entregar en suerte (donación) de tierras públicas en compensación por los servicios prestados por los soldados en oportunidad de conflicto bélico, se aplicó tras la Guerra de la Triple Alianza (1870), en especial hacia el Sur de la Provincia, con limitaciones especiales para impedir la concentración de tierras en pocas manos. Esto funcionó más o menos así hasta 1884, en que por ley de la provincia se deroga la norma que permitía al Ejecutivo donar estas tierras a los soldados. Era lógico: el valor de la tierra había aumentado como consecuencia del proceso colonizador y agroexportador.
La nueva norma es clave para entender la historia de nuestros pueblos agrícolas: la ley de 1884 autorizaba a la venta de las tierras fiscales con la condición de población en término de un año, entendiendo por población "la introducción de capital de 3.000 $m/n por legua, consistente en cercos, casas hacienda o plantíos...". Otra condición era que el comprador dejara espacio gratuitamente para el tendido de vías férreas y de caminos públicos...
Leemos:
"...la vía férrea signó los destinos de buena parte de los territorios de la Argentina pampeana... partiendo de una ciudad sin tradición colonial como Rosario, que fundó su crecimiento colonial básicamente en la llegada de población inmigrante de origen italiano, a través de prácticas jurídicas y leyes provinciales que acabarían beneficiando a un selecto grupo de miembros de la burguesía local, en su mayoría de origen británico, francés, español y suizo..."
Esta afirmación no hubiera podido ser formulada hoy, sin la activa participación de actores clave que, actuando en red, supieron hacer jugar la ley y la suerte, a su favor.
Tal sería el desempeño de la red que aún hoy Julián de Bustinza es recordado en función del largo de la vara que utilizó para hacer frente a la tarea de reorganización del catastro provincial que las autoridades de la Provincia le encomendaran junto a Enrique Blyth.
Leemos:
"Esa delicada tarea provocó graves conflictos entre Bustinza-Blyth y los dueños de dichas tierras al prevalecer los intereses particulares de quienes la llevaron a cabo, ya que utilizaron al efectuar las mensuras de los campos una medida que posteriormente se conoció como la "vara de Bustinza", diferenciándose de la que habitualmente se empleaba en el país por ser más corta. Este hecho le valió, según el artículo 10 del contrato realizado con el gobierno provincial, incorporar a sus cuantiosos bienes algunas de las fracciones que todavía permanecían baldías. Uno de los terrenos que obtuvieron por medio de esa modalidad estaba compuesto de 90 cuerdas con frente sobre el río Carcarañá y a pocos kilómetros del límite con Córdoba..."
En fin.

De Echesortu a Larrechea: un camino de doble mano

Siempre me llamó la atención el nombre de Colonia Caracciolo. Durante mucho tiempo pensé que Caracciolo debía haber sido apellido de alguno de los primeros inmigrantes italianos al que se había querido honrar poniéndole su apellido al paraje... Pero no. Estaba equivocada. No sólo Caracciolo no correspondía a un apellido, sino que tampoco correspondía al nombre de un inmigrante, al menos no a uno proveniente de Italia.
Caracciolo fue nombrada así en honor a un Caracciolo de apellido Larrechea.
La primera vez que leí esto no me llamó particularmente la atención. Fue con el tiempo, y algo más de lectura, circunvalando por el lado de Ciro Echesortu, el escribano del Rosario que realizó el loteo y venta de los terrenos del actual Pueblo Montes de Oca, que empecé a sonreir frente a la pantalla. El apellido Larrechea me sonaba. Así es: Larrechea era la famosa Hortensia, casada con Ciro...
Pero: ¿qué relación unía a Hortensia con Caracciolo?... Sabíamos que éste último había sido hijo de Pedro Tomás Larrechea (1776-1858), quien se desempañara como Gobernador interino de la Provincia de Santa Fé en 1815 y varias veces delegado del Gobernador Estanislao López.
En 1833 Don Pedro se retiró de la vida pública. Según Wikipedia :) pasó a estar "sostenido económicamente por los negocios de su hijo Caracciolo Larrechea, que más tarde se unió a los unitarios".
Bien. Pero ¿y Hortensia?
La genealogía de Hortensia fue más difícil. Hasta que se me ocurrió echar un vistazo al Censo Nacional de 1869. Alegremente la encontramos con 8 años, viviendo en Rosario. Y, para nuestra sorpresa, con un montón de hermanos, incluido uno de nombre... Caracciolo. Lamentablemente no aparecía en la planilla censal ningún adulto a cargo de los párvulos; no al menos ninguno de apellido Larrechea, ni tampoco de apellido Vera Mujica y Pintado, que por ahí habíamos leído era el apellido de la esposa de Pedro Larrechea.
No encontrar a Pedro era lógico, puesto que para el censo de 1869 ya estaba fallecido... Pero ¿y la madre también? ¿Con quién habían quedado los pequeños Larrechea?
Habiendo llegado a un aparente callejón, continuamos la búsqueda de los Larrechea y sus andanzas inmobiliarias por Santa Fé, hasta que, de pronto, nos encontramos con esta página de Zingerling, en la que nos relata la historia del llamado Paraje de Mihura y de cómo en el año 1864 un tal Julián de Bustinza había sido nombrado por el Juez de Paz para practicar la mensura y deslinde de terrenos que fueran de Don Pedro de Larrechea... Entonces, cuando leí de Bustinza, me acordé. Y volví a mirar el censo. Ahí estaban, en la planilla censal anterior a la que contenía la nómina de hijos de Larrechea, Julian de Bustinza y Clodomira de Bustinza...
Pero: ¿quiénes eran ambos para haber quedado a cargo de esos niños? Y: ¿por qué además estaba a cargo de hacer estas diligencias judiciales para la familia Larrechea? (incluidas las de Caracciolo Larrechea y las de su señora esposa, Mercedes Larrechea)
Llegar a esta respuesta no fue sencillo. Julián de Bustinza -que en operatorias similares a las del resto de la familia, vendió sus tierras a colonos- fundó en 1879 un Pueblo al que llamó Clodomira.
Gracias a Argentina Municipal, nos enteramos que la tal Clodomira era hermana de Pedro Larrechea. Por las fechas suponemos que este Pedro debió ser uno de los que figuran en el censo junto a Caracciolo y a Hortensia. De hecho, el Pedro hermano de Clorinda terminaría siendo designado Juez de Paz de la Colonia Bustinza en 1877 (posteriormente llegaría a Intendente de la Ciudad de Rosario), así como Don Caracciolo termina siendo designado Juez de Paz de Colonia Amistad en 1885, pagos por donde la firma Echesortu y Casas terminaría comprando propiedades...

La fundación de un pueblo argentino, en contexto II. Una visión menos romática.

En nuestro post anterior intentamos acercarnos a la persona del escribano del Rosario que estuvo encargado de operativizar, en 1892, el loteo y venta de las tierras que conformarían el Pueblo de Montes de Oca.

Resta ahora realizar una aproximación equivalente respecto de la persona del que fuera dueño de esas tierras. Nos referimos al tan mentado Don Francisco de Bustamante.

Si la información referida a la vida y obra de Don Ciro es escasa en internet, más lo es aquélla referida a Don Francisco.

Llegamos a Don Francisco a través de la persona de su padre: José Luis Bustamante, nacido en San Nicolás de los Arroyos el 24 de agosto de 1799.
Hijo de Estanislao José de Bustamante (hacendado de ilustre prosapia con múltiples intereses en la zona, que en 1803 fuera designado Alcalde de la Santa Hermandad por el Cabildo porteño) y de Claudia Carabajal, Don José Luis de Bustamante se dedicó a escribir, ser periodista, militar e, incluso, legislador. Por ejemplo, en el Congreso que 1826 promulgó la Constitución unitaria, Bustamante representó a la Provincia de Buenos Aires junto a Francisco Piñero y propuso a San Nicolás como capital de la Provincia.

En 1827 José Luis contrajo matrimonio con Manuela Beláustegui. Su padrino de bodas fue Salvador María del Carril.

Gran defensor del ideario unitario porteño en general, y del gobierno de Rivadavia en particular, José Luis manifestaba vehementemente su oposición a la ley de facultades extraordinarias y cuestionaba la capacidad de las Provincias argentinas de constituir una confederación.

En 1834 decide emigrar a Colonia y de allí a Montevideo en 1836, desde donde participa colaborando activamente en la conformación de la conocida como Logia de los Caballeros Liberales en Uruguay, junto a Rivadavia (residente en Colonia), Valentín Alsina (residente en Montevideo) y Salvador María del Carril (residente en Mercedes) , organización espejo de la que funcionaba en Buenos Aires bajo la dirección de Carlos de Alvear.

De 1841 a 1843 José Luis Bustamante fue secretario de Don Fructuoso Rivera, Presidente del Uruguay que llega al poder tras deponer a Manuel Oribe en 1838, con apoyo de los franceses y activa participación de los unitarios porteños.

Don José Luis regresa a Buenos Aires en 1853, luego de Caseros, pero fallece en 1857 en Montevideo.

Francisco Bustamante, hijo de Don José Luis, había nacido en 1840 en Montevideo. Regresada la familia a Buenos Aires, Francisco se fue perfilando como hombre de negocios. Casado con su prima, Magdalena Beláustegui, llegó a ser un exitoso banquero, fundador y presidente de la Compañía Primitiva de Gas por 30 años y fundador y director de la sociedad de seguros La Estrella por 49 años. Además, es recordado como fundador de la empresa Tramway de la Capital en la que actuó como director y del Banco Hipotecario Nacional.

También tuvo gran participación en los ingenios azucareros, siendo propietario del San Miguel en Tucumán, ocupando incluso la Presidencia del Centro Azucarero Argentino en 1901 y logrando la aprobación de la ley que restringió el uso de la sacarina.

Fue activo promotor del emprendimiento para construir el Gran Ferrocarril Interocéanico, de Buenos Aires a Yumbel (Chile) pasando por Antuco, para lo que la empresa Bustamante y Cía. contrató los servicios del Ingeniero Ricardo Duffy para delinear la propuesta, que fuera aprobada como concesión por ley 1907 del 27 de noviembre de 1886.

Hasta donde sabemos, la obra no se concretó :)

Por ese entonces es que Don Francisco decidide vender sus 43 mil hectáreas de campo en el Paraje de Las Tortugas ("tierras fiscales que habían pasado de mano en mano por distintos dueños, sólo interesados en bienes de renta"), iniciando los trámites para la conformación de un Pueblo al que denominó "Montes de Oca". El 18 de enero de 1888 el Gobernador José Gálvez, aprueba la traza del pueblo. La operatoria se concretaría recién en 1892 a través de la intervención de Ciro Echesortu, escribano del Rosario, que muy diligentemente se dedicó a encontrar compradores para su cliente. Y como buen agente inmobiliario, los terminó encontrando.

Para ponernos en contexto, leemos:
"Un pedazo de tierra en Lincoln, en Tapalqué o en otro punto más o menos desierto, pasando de mano en mano permitía se obtuviesen en pocas horas enormes beneficios, hasta que la operación terminaba con la creación de pueblos imaginarios... Preferentemente debían estar próximas a una estación ferroviaria existente o prevista... los trazados de estos pueblos se desarrollaban alrededor del espacio “estación”, al que se agregaban una o más plazas. La apertura de créditos hipotecarios les permitió financiar las “mejoras” en el sitio, tales como demarcaciones de calles y la construcción de iglesias y/o escuelas, todo aquello que les permitiera anunciar: “todo pronto”. Es justamente en las campañas publicitarias, sostenidas por semanas en grandes avisos, donde la imaginación de los especuladores convertía en verdes lomadas a los terrenos bajos, en amplias avenidas y parques a extensos pastizales; en hermosas iglesias a modestas capillas y en elegantes edificios a humildes construcciones de adobe y chapa de zinc..."
Argentina, signada por el espíritu de quiénes anhelaban un país moderno y no dudaban, para alcanzarlo, en recurrir irrestrictamente al empréstito externo, a la emisión de papel moneda y la apertura al crédito (lógicamente, para el empresariado argentino),  se estaba preparando animosamente para ingresar a la gran crisis de los noventa. Esta crisis se explica con relativa facilidad si pensamos que el empresariado argentino actuó entonces con lógica semejante a la que ha estado actuando en años más recientes: si el propósito de aquéllas medidas (empréstitos, créditos, emisión) tuvo como propósito declarado promover la inversión en actividades productivas, generadoras de riqueza genuina, lo cierto es que las empresas decidieron afectar estos dineros a otros negocios especulativos, entre los que, por ese entonces, destacaba el inmobiliario. Diferentes circunstancias (incluida la vocación emigrante de italianos, españoles y otras poblaciones de origen europeo) habían elevado el valor de la tierra de modo tal que no había inversión más sencilla, segura y rentable, que la inmobiliaria.
Ahora bien: hacia 1890 la burbuja inmobiliaria estaba próxima a estallar...como suele suceder y ha sucedido recientemente con varias burbujas... Cuando estalló, los grandes perdedores fueron los que no lograron vender sus tierras antes de que los precios cayeran en picada. La historia nos muestra cómo es que Francisco de Bustamante no estuvo entre los desafortunados del momento.
De allí el origen del Pueblo de Montes de Oca.

La fundación de un pueblo argentino, en contexto. El caso del Pueblo de Montes de Oca, Provincia de Santa Fe

Lo poco que se lee en internet respecto del origen del Pueblo de Montes de Oca,  se limita a informarnos sobre la participación en el hecho de Don Francisco Bustamente como propietario de las tierras y de Don Ciro Echesortu, intermediario en la operatoria, en su carácter de escribano del Rosario.

Pero: ¿quiénes eran estos personajes?

Comencemos hablando de Don Ciro.

Primogénito de Lázaro Echesortu y de Felicia Arana, Ciro nace en Plentzia, Bilbao, en el año 1852. En 1860, la familia Echesortu emprende el cruce del Atlántico y se radica en Rosario, convocada por la familia Casas que venía instalada en Argentina desde el siglo XVIII.

Papá Lázaro, sastre de profesión, logró al tiempo de vivir en Rosario cierta estabilidad económica, además de un buen matrimonio para Adela, una de sus hijas, a la que casa con un Casas, de nombre Casiano. Es con su cuñado Casiano que Ciro se asocia para dar inicio a un emprendimiento inmobiliario (1876).

En 1889 vemos a Ciro ya casado con Hortencia Larrechea, hija de una familia de hacendados rosarinos, también de origen vasco, familia la cual, casualmente, estaba emparentada a su vez con los Casas. Los Larrechea eran propietarios de extensos campos en Salta y en Santa Fe, entre ellos los correspondientes a dos colonias agrícolas (Wheelright y Piamonte) que terminarían formando parte de la herencia de Hortensia e incrementando el patrimonio familiar de la familia Echesortu.

Durante los primeros años de la firma Echesortu y Casas, gran parte de la actividad inmobiliaria de la firma se concentra en operar como agentes inmobiliarios de familias terratenientes santafesinas y bonaerenses.

La primera gran inversión urbana tiene lugar en 1882 al comprar la firma tierras al oeste de la ciudad sobre la que luego construiría el barrio Echesortu. Para resolver la falta de conectividad con el centro, la firma encararía la conformación de una nueva empresa Tranways del Oeste, a la que se incopora como socio Aneto, hermano de Ciro.

La esposa de Ciro, Hortensia, habría sido determinante del despegue y éxito de los emprendimientos inmobiliarios de Echesortu, no sólo en lo económico, sino facilitando al marido toda una red de contactos y relaciones con personalidades prominentes, así como su ingreso a la elite provincial y los lazos con el poder político.

Ciro ingresa entonces al Jockey Club y al Club Social de Rosario y como, en 1887 ya lo vemos entre los miembros fundadores de la Bolsa de Comercio de Rosario y de la Sociedad Rural de Rosario.

En 1887 aparece también como socio fundador del Banco Constructor Santafecino, primera sociedad anónima fundada por empresarios locales del sector inmobiliario, quiénes hasta ese momento operaban bajo la forma de sociedades familiares o de responsabilidad limitada. El Banco había sido creado con el objeto de comprar y vender fincas y propiedades para fraccionarlas en solares y venderlas, edificar casas para vender en remate público o alquilarlas y abrir una caja de ahorro para recibir depósitos.

Entre otros lugares destacados que ocupa, Ciro llega a ser consejero del Banco de la Nación Argentina, del que luego sería director, así como consejero del Banco Hipotecario Nacional, además de Vicepresidente de las obras del Puerto de Rosario y Concejal en 1890 y 1905. También fue presidente de la Fábrica de Cerámicas Alberdi y Director de la Compañía de Seguros La Royal.

Con el tiempo, Ciro decidiría diversificar sus intereses: por ejemplo, tras vender las tierras a los colonos, les vendería luego alimentos y les prestaría dinero. En cuanto a este último rubro, definido como un empresario exitoso, Ciro no recurrió jamás al préstamo hipotecario.

Leemos:
"...Su capital inmobiliario, de origen familiar, se acrecentó mediante una política de alianzas matrimoniales que articularon su patrimonio con el de otras familias comerciantes y rentistas de la elite local. Más aún, la firma operó como oferente en el mercado informal de crédito desde sus comienzos... cobrando un alto interés contra garantía hipotecaria..."
También fue propietario de inquilinatos, así como de criador de ganado vacuno y ovino.

Para ponerle un rosto a estos personajes, incorporamos esta foto, del año 1915, que  corresponde a las Bodas de Oro de Ciro y Hortensia.

A Ciro se lo recuerda también como propietario del conocido como Palacio Echesortu (Villa Hortensia), en Rosario, propiedad perteneciente a José Puccio, a la que termina comprando en remate judicial. José Puccio era el agente inmobiliario más destacado del Rosario durante los ochenta, al que Echesortu terminaría desplazando del mercado, y de su casa. Todo un símbolo.
Agradecemos la información recopilada a muy pocas fuentes: De Europa a las Américas: dirigentes y liderazgos (1880-1960) y a interesantísimos trabajos de Norma Silvana Lanciotti, como éste, del que hemos tomado la cita que aparece más arriba.

Otro día hablamos de Don Francisco Bustamante. No se lo pierdan.

El mejor pronóstico

Marido sigue convencido de que el mejor modo de saber si viene tormenta es consultar  el Servicio Meteorológico: según él, cada vez que la página del SMN se cuelga , viene una tormenta fea.
En fin, cada uno tiene sus propios métodos. Yo sigo apostando al método Giuliano, que viene de la época en que no había ni Servicio Meteorológico ni internet, pero que sigue funcionando.
"Rossa alla sera bon tempo si spera" decían los Giuliano de Montes de Oca, Provincia de Santa Fé.
Este refrán, al parecer de raíz occitana, significaría en buen criollo: cuando el cielo está rosa al atardecer se espera buen tiempo al día siguiente.

Hasta ahora no me ha fallado.

Pero el refrán sigue:
"Rossa alla matina mal tempo si avecina"
Por ahí he encontrado variantes, no sólo en Italia, sino también en Francia y España, lo cual demuestra la importancia de observar los arreboles a la hora de lanzar un pronóstico del tiempo y lo exitoso del método (dada la amplia difusión territorial).

Veamos, por ejemplo, esta versión del Veneto:
"Nuvola rossa a sera, Bon tempo se spera
Nuvola rossa a matina O vento o piovesina"
O ésta, de Asturias:
"Colorao al alba, o aire o agua;
colarao a la cena, bon tiempu spera"
O ésta en provenzal:
"Rouge de sero, beu temps spero
rouge de matin, bagno lou camin"
Ahora: entiendo que el método sólo vale para el Hesmisferio sur, o que vale para ambos invirtiendo los términos (al menos, hasta que se inviertan los polos). Esto con base en proverbios equivalentes del Norte: por ejemplo éste:
"A red sunrise betokens a fine day: a red sunset, rain"
En todo caso, nunca está demás mirar el horizonte. Al atardecer cuando menos: si no les sirve como pronóstico, les aseguro que les gratificará la vista, como este atardecer en Montes de Oca camino a Armstrong, que embellece este post y cuya imagen agradecemos a Montecos.

El entendimiento Colomé

Hablando de vascos, me vino a la mente la abuelita Colomé y cómo a todo mundo asombraba el modo en que mi abuela Maria Vaieretti comprendía sus dichos y le seguía la charla.
No es que la abuelita Colomé fuera vasca... Madre del viejo Esteban Colomé (padre, a su vez, de María Teresa Colomé -casada con Atilio Corneli, emparentado con nosotros por el lado de los Marconetto y de los Marchisio-, de Rosita Colomé -casada con Juan Ribotta-, de Juanita Colomé -casada con Arturo Gallo- y de Clelia Colomé -casada con un Boetto), doña Colomé era bien catalana.

El caso es que hoy, de la mano de los vascos en nuestra familia, traemos a cuento un cierto parentesco que unía a la Colomé con mi abuela, parentesco que explica el entendimiento que había entrambas y que tiene su base en el hablar y no en la sangre: resulta ser que vascos y catalanes hablan occitano, como también hablaban en occitano los habitantes de los valles alpinos del Piemonte.  Así que: si me abuela había logrado entender bien a su suegra -la Marconetto-, es razonable que llegara a entender, al menos en parte, a la abuela Colomé.

Sirva esto para refutar a los que no creían que mi abuela entendiera el catalán :)

Para los que quieran experimentar un poco con la relación entre estas lenguas, aquí les dejo un traductor en línea que permite comprobar pequeños textos y expresiones, pasándolas del castellano al catalán y del castellano al occitano. Un divertimento.

Algo sobre los apellidos vascos en nuestra familia

Además de Boullones, en nuestro árbol tenemos Arozamenas y Ricondos, ello gracias a que Antonio Giavelli (sí, el de la medalla y el sillón) casó con Angela Arozamena.
Angela era hija de Domingo Arozamena y de Josefa Ricondo. Mucho no sabemos de ellos, excepto que habrían sido de origen vasco.

En el Censo Nacional de 1869 encontramos a Domingo (32 años) y a Josefa (27 años), bajo el apellido Aruzamena,  viviendo en Barracas al Sud a cargo de una almacén.

En cuanto a sus apellidos, agregaremos un breve comentario: ambos tendrían origen vasco; al menos se los encuentra en las bases de la Fundación Juan de Garay.
Por lo que hemos visto ambos apellidos están presentes hoy en las Provincias de Cantabria,  Vizcaya, Guipuzcoa y Madrid.
Arozamena está presente, además, en Navarra, Barcelona, A Coruña, León, Málaga y Burgos, mientras que Ricondo lo está en Valladolid.

En ambos casos, la mayor concentración la encontramos en Cantabria.

Por lo que hemos leído, sabemos que Arozamena sería un apellido derivado de la combinación de 2 vocablos vascos: arotz (herrero) y seme (hijo). Arozamena se podría traducir, entonces, como hijo del herrero, o algo así. A propósito, listamos entre los sitios que pueden resultarte de ayuda, si es que estás buscando tu origen vasco, un sitio en donde funciona un muy buen Diccionario etimológico vasco-español-francés.

Por su parte, Ricondo es planteado como apellido euskérico (no vasco), variación de Ricaondo, con raíz en Rica (variación de Larrica, Del Prado) y que podría ser traducido como cerca, junto al prado o al fondo del prado.

Boullón: breves notas sobre el origen de este apellido

Boullón, como apellido, deriva de un toponimo claramente identificable: un pequeño poblado situado en Brion, La Coruña (Galicia), conocido como Parroquia de San Miguel de Boullón, donde se concentra el origen de la mayor parte de las personas que portan este apellido (lo cual habla, sin dudas, de una fuerte tendencia a la endogamia...).

En la imagen vemos la antigua Iglesia de esta Parroquia, que data de fines del siglo XVII, comienzos del XVIII.
Abajo, la distribución geográfica del apellido y en hipervínculo el trabajo del que ha sido tomada la imagen.


Sin embargo, como toponimo. la etimología de Boullón no es tan clara: siendo posible vincularlo al francés bouillon, nos conduce inmediatamente al verbo latín bullire (hervir) y también al nombre personal Bullius, pero esta vinculación presenta para el gallego la dificultad del diptongo no etimológico (ou).
En el lenguaje común, la palabra boullón y bullón se alternan para referirse a lo que podríamos traducir como borbotón, guardando relación con el latín bulla (protuberancia) y con otro apellido conexo, Bullón, que también es toponímico pero menos difundido que el anterior.

Existe en la comuna de Lully (Distrito de la Broye, Fribourg, Suiza), un poblado antiguo llamado Bollion, cuyo origen es vinculado tanto a boille (récipient, cuveau, cuvier) como al francés antiguo boillon, bouillon, boullon, bullon, « endroit de la rivière où l´eau forme un tournant, bourbier». Así, para algunos, Bollion haría referencia a tierra húmeda.

Volviendo a San Miguel de Boullón, diremos que esta feligresía correspondiente a la Diócesis de Santiago era descripta a mediados del siglo XIX como un pequeño caserío situado en la falda norte de la montaña, con buena ventilación y clima sano, comprendiendo los lugares de Boullón, Cantelar y Tembra que reunían, por ese entonces, 44 casas de pobres labradores, en un terreno de monte arbolado y de llano, medianamente fértil, en donde se producía trigo, centeno, maíz, palatas, legumbres, muchas castañas y otras frutas, ademés de criarse ganado (preferentemente vacuno y porcino).

Se atribuye al Arzobispo Diego Xelmirez (Primer Arzobispo de Compostela del 1101 a 1136) el "rescate" de esta Parroquia de manos de "unos caballeros...". Una vez liberada, Xelmirez habría mandano construir en el lugar de Paradela, unas casas para hospedarse él y sus acompañantes... En realidad, nada se conserva de esas obras.