Increíblemente, nos hemos reunido por tercera vez, en menos de un año, con los que para mí son referentes indiscutidos de la rama Giuliano en Arequito. Pero esta vez fue especial: nos juntamos con ellos en el Pueblo de mis abuelos.
Esta gente se trasladó con casi cuarenta grados, desde Arequito hasta Montes de Oca, dándonos la alegría de verlos y la posibilidad de sentirnos en familia. Y aún con el calor, el sol rajante y el aire espeso, se trasladaron hasta el Cementerio para visitar a los que ya no están con nosotros.
Creo que los antepasados estarían contentos. O, por lo menos, satisfechos con la observación de que, aún con bemoles, en este Universo sigue funcionando la Ley de las Compensaciones. Esa Ley de la que siempre hablaba mi papá: la que dice que, cuando todo parece no funcionar o caerse a pedazos, algo sucede para poner un poco de orden y armonía en nuestras vidas.
Por hacernos sentir así, queridos y armonizados, nuestro agradecimiento a los que comparten con nosotros no sólo apellido y pasión por la genealogía, sino afecto y valor de sangre.
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