No todo es el Mazzolin di fiore

Este post va a ser como uno de un grupo de autoayuda. Va estar dedicado a aquéllos que sientan o hayan sentido o le hayan hecho sentir alguna vez no tener nada particularmente importante que ofrecer o compartir con otros. Va a ser un post para revalorizar lo que sabemos, lo que sentimos y lo que somos. Todo eso que nos hace ser nosotros mismos. Genuina e irrefutablemente, nosotros mismos.
Durante años escuché cantar con gran entusiasmo el Mazzolin di Fiore, cual si fuera un himno definitorio de la piamontesidad. El que conocía el Mazzolin era un buen descendiente de piamonteses. El que no, casi un paria.
Hasta donde yo sé, nuestros ancestros, respecto de los que nadie duda de su origen Piamontés, no cantaban el Mazzolin di Fiore. Lamento.
Cantaban otras cosas. Que yo las he aprendido de chica, en mala fonética quizá, pero que me han acompañado en la crianza, casi como me acompañaron el abecedario y los Diez Mandamientos. O más.
Por ejemplo, el benemérito Dan da lan. Parece ser que ésta es la canción para niños, distintiva de los Giuliano detto Buneva. Esto lo hemos concluido a partir del abrazo que se han dado mi mamá y Alberto Giuliano de Arequito, en enero de este año, cuando cantaban los dos, casi llorando:
"Dan da lan
le morte del can
el can bucin
dal nom Joanin
Joanin cutel
taia la pel
la pel del liuf
fa curucucuuuu"

Para ellos, que se conocían por primera vez, esta canción fue prueba de parentesco, más que si les hubieran presentado un expediente lleno de partidas de nacimiento y defunción. En sus dos familias Giuliano, todos los niños se durmieron o se contentaron así. Con este Dan da lan.
Si alguien ha aprendido esta canción o la escuchó cantar alguna vez, no lo dude: es un Giuliano Buneva. Y si alguien desciende de piamonteses pero nunca escuchó cantar en su familia el Mazzolin di Fiore, no se preocupe: usted no ha perdido la esencia, ni sus padres han sido unos desamorados, ni sus abuelos piamonteses, truchos. Seguramente tiene Usted algún tesoro que rescatar de la memoria, más valioso por genuino.
La memoria familiar no se aprende. No se compra. No se suple. No se baja de internet ni se lee en los libros. La memoria familiar la recibimos como herencia de nuestros padres, de nuestros tíos, de nuestros abuelos. A los que amamos y respetamos; delante de los cuales nos sentamos, con reconocimiento y reverencia, porque son ellos los portadores del saber familiar.
Como nos sentamos delante de Elba, en Arequito, mientras nos decía: "Yo soy Giuliano, hija de Giuliano, nieta de Giuliano...".
Qué orgullo me da tener a esta Gran Señora en nuestra familia Giuliano.

PD: Si alguien domina el piamontés, corrija por favor, que está escrito como hemos podido... según la aprendiéramos cantando.

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